La historia se inicia el 29 de octubre de 1925, en una cena realizada en el Plaza Hotel, donde se homenajeaba a un ilustre visitante catalán que regresaba a España, el escultor Joseph Llimona (1864 – 1932), uno de los máximos exponentes del modernismo en Catalunya.
Los amigos y admiradores del artista estaban deseosos de ofrecer un reconocimiento a la Argentina, su patria adoptiva, y a la vez conservar una obra del ilustre escultor. Allí mismo deciden agruparse para recolectar fondos para adquirir una escultura de Llimona, la que piden que sea colocada en el Parque Rivadavia, previa autorización de la Municipalidad de Buenos Aires, «lugar que por ser nuevo, está aún huérfano de adornos…»
Se nombra una comisión de siete miembros, presidida por el Sr. Ramón Escasany, para que se ocupe de todos los aspectos de la donación. Luego de firmar un contrato con el escultor, ofrecen la donación al intendente Cantilo. La obra es aceptada por la Municipalidad y una vez recibida se la mantiene en un depósito.
Un tiempo más tarde, en mayo de 1930, cuando asumió la intendencia Guerrico, la Comisión reclama por el emplazamiento definitivo de la obra. El propio intendente toma cartas en el asunto, concurre al depósito donde estaba la escultura y una vez vista, decreta se forme una comisión para designar el lugar definitivo de emplazamiento. Dicha Comisión dispone que sea el Parque Rivadavia.
Cuando se construyeron los cimientos para la escultura, la Comisión presidida por el Sr. Escasany, resolvió colocar dentro de ellos; ejemplares de diarios de la Capital, de las revistas catalanas publicadas en Buenos Aires: Resurgiment y Catalunya, de algunas monedas en uso en la República Argentina y un pergamino con las firmas de las autoridades municipales y de los miembros de la Comisión Catalana.
El 19 de julio de 1931 tuvo lugar la inauguración. La escultura se tituló La Fuente de la Doncella, aunque los vecinos la llamaron La Fuente Catalana.
El acto contó con la presencia de altas autoridades municipales, el embajador de España y representantes de la colectividad catalana en Buenos Aires. Más de dos mil personas se congregaron para asistir al descubrimiento de la hermosa escultura.
Durante 40 años adornó el sendero que bordea la Av. Rivadavia, muy cerca del más que centenario ombú de los filatelistas y fue patrimonio del barrio de Caballito y del Parque Rivadavia.
Con el correr de los años se inauguraron el santuario de la Virgen de Lujan y el Monumento a La Madre, obra de Luis Perlotti. La Fuente Catalana quedó ubicada entre ambas.
El cura párroco de la iglesia de Santa María (Av. La Plata y Venezuela), padre Carballo, gestionó que se retirara la obra; “… ya que se interponía entre la Madre Celestial y la madre terrenal”. Así fue como en 1971 la Doncella fue retirada del parque y llevada a un depósito municipal. Tiempo después se la ubicó en el Barrio de Retiro, a la Plaza San Martín.
Tras años de ausencia de la escultura, “Horizonte, La Revista de Caballito”, inició las gestiones para la recuperación de la obra. Esta escultura es patrimonio cultural del barrio de Caballito, motivo más que suficiente para que volviera a ser emplazada en el Parque Rivadavia. Además la obra fue donada, por la comunidad catalana, según nota de abril de 1930, para ser instalada en dicho parque y este deseo es ratificado por el Intendente Cantilo por nota del 28 de mayo de 1930. Estos documentos acreditan que la donación es con cargo, es decir que no debió ser trasladada nunca del Parque Rivadavia.
Las diligencias llevadas a cabo por Horizonte movilizaron a legisladores y al Ministerio de Cultura del GCABA, quienes finalmente aprobaron la restitución del monumento.
El 15 de febrero de 2010, coincidiendo con los festejos del Día de Caballito, la fuente fue reinaugurada en el Parque Rivadavia. No se la ubicó en su lugar original, sobre la Av. Rivadavia, si no, próxima a la calle Rosario. Cabe mencionar que el traslado estuvo a cargo de la gestión del entonces director del CGP 6, Marcelo Iambrich.
[por Marina Bussio – Caballito Te quiero]