En 1887 Don Gumersindo Cabero abría La Puerto Rico en un local de la calle Perú, entre Alsina y Moreno. Con su nombre, Cabero rememoraba a Puerto Rico, isla donde había residido y de la cual apreciaba su café. En 1925 se traslada al local de Alsina 422 donde aún se encuentra. El inmueble se mantiene en su estado original

Posee una decoración Art Decó con elementos vinculados al trópico, como figuras de negritos y barcos de vela, un tragaluz de vidrio biselado que recuerda un paisaje de esos lugares. No falta tampoco un negrito en la vidriera, como símbolo del local.

La Puerto Rico se distingue por la calidad de su café y su pastelería. Su calidez la convierten en lugar preferido de los numerosos habitués que allí recalan. Por sus mesas pasaron José Ingenieros, Paul Groussac, Rafael Obligado y Arturo Capdevilla, entre otros.

Una letra de tango de Lacal Montenegro y Hugo Vargas, “La Puerto Rico”, le rinde homenaje. En el año 1994 se filmaron allí escenas de la película “Las cosas del querer II”, que tuvo como protagonistas a Manuel Bandera y Ángela Molina

En el año 1984 fue reconocida por el Museo de la Ciudad como Testimonio vivo de la memoria ciudadana y fue catalogada como notable por la Comisión respectiva

En pleno casco histórico, tiene enfrente -como marco- las casas que formarán parte del Museo de la Ciudad, museo que se encuentra a pocos metros, hacia la calle Defensa y en los altos de la farmacia La Estrella.

Recientemente se produjeron modificaciones en la disposición de su mobiliario y se ha agregado un escenario, pero sin alterar de manera fundamental su espíritu anterior.

La Puerto Rico - Alsina 422

La Puerto Rico – Alsina 422

Indudablemente, acercarse a este Bar Notable de la ciudad tiene una finalidad excluyente que es la de saborear alguna de las variedades de café que se ofrece vistosamente en las históricas calderas. En el desayuno, luego del postre del almuerzo, en la merienda, o al paso a modo de pausa obligada. El café se expende en granos o molido a la vista. Se muele a gusto del cliente de acuerdo al grosor que prefiere.

La Puerto Rico vive activamente su presente. Pero también se sostiene en esa tradición de la que pocos pueden enorgullecerse. Su moledora de café original, las columnas centenarias a las que se les quitó el revestimiento que las camuflaba otorgándoles falsa identidad, las mesas de mármol redondas (todo un símbolo de la casa), los mostradores de madera y los anaqueles lustrados que albergan las botellas, le confieren al espacio una atmósfera única. De saludable remembranza de los guiños del pasado.

A pocos metros del edificio de la calle Alsina que cobija a La Puerto Rico, otro ciudadano ilustre enorgullece el casco histórico: se trata del Colegio Nacional. El Nacional Buenos Aires, como hoy es reconocido, vio egresar a decenas de generaciones que, a modo de recreo, acudían al amplio salón del bar. Los chicos saboreaban un chocolate. Y los adultos, el famoso café.

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