Bares y restaurantes de la Ciudad de Buenos Aires y de la ciudad de La Plata acataron las restricciones de cierre a partir de las 19 de sus locales gastronómicos y los comensales se retiraron con la consumición que habían pedido, mientras las personas aceleraban el paso para abandonar las calles hacia sus domicilios.
Todo el panorama indica que la realidad es muy diferente a un año y medio atrás. La nueva normalidad que parece estar cada vez mas instaurada no da respiro.Los barrios de Caballito, Parque Chacabuco, Flores, Palermo y Almagro  llaman la atención por la gran cantidad de movimiento que suelen tener diariamente. Sin embargo el escenario luego de las nuevas restricciones son bares cerrados a la hora señalada y las personas acelerando el paso para irse a sus hogares.

En la Ciudad de Buenos Aires

En Plaza Serrano, un habitual reducto gastronómico que los viernes a la noche habitualmente se llena de gente, los propietarios de los comercios les comunicaban a los clientes que estaban en la vereda que se retiraran, por lo que muchos de ellos se llevaban su consumición.

En el lugar se observó una discreta vigilancia de la Agencia Gubernamental de Cotrol para hacer acatar el decreto presidencial que establece esta restricción entre las 20 y las 6, al igual que la prohibición de transitar en la vía pública en ese horario, con el fin de reducir los contagios ante el aumento de los casos de coronavirus

Por su parte, en Parque Chacabuco la mayoría de los comercios acataron las restricciones dispuestas por el Gobierno nacional y poco después de las 19 comenzaron a cerrar sus puertas, en tanto que los transeúntes caminaban con prisa para llegar a sus hogares antes de las 20.

Los bares, restaurantes, cafeterías, cervecerías, heladerías y demás comercios comenzaron a cerrar a las 19, con excepción de las dos farmacias ubicadas sobre la Avenida Asamblea al 800 y una pizzeria emplazada en la intersección de Emilio Mitre y Asamblea, justo frente al parque que da nombre al barrio.

A diferencia de los días previos, se notó menos gente transitando el centro comercial de Parque Chacabuco, que se extiende por escasos 400 metros entre las calles José María Moreno y Emilio Mitre, donde conviven tres bancos, tres cafeterías, tres pizzeriís y dos farmacias, entre otros tantos comercios.

En dos de sus esquinas hay una cafetería de una cadena famosa, que a las 20 ya estaba cerrada y sus empleados realizaban trabajos de mantenimiento mientras procedían al cierre del local; y la pizzería se aprestaba a trabajar con su servicio de delivery y ya no tenía clientes en sus mesas, ni dentro del local, ni en las que tiene sobre la vía pública.

Una cuadra más hacia la avenida Juan B. Justo, sobre Nazca hacia el norte de la ciudad, en el supermercado de la cadena Coto, permanecían los úllimos clientes prestos a pasar por las cajas a abonar sus compras, y ninguno caminando entre las góndolas.

Sobre la vereda de enfrente, el supermercado chino de esa cuadra, a las 20, ya estaba cerrado pero atendía a sus clientes por la rendija de su cortina metálica despachando, tal vez, las últimas cervezas frías del día.

En la avenida Rivadavia, a la altura del barrio porteño de Almagro, la mayoría de los bares recién comenzaron a cerrar cerca de las 20, una hora después de lo dispuesto en el decreto presidencial.

Parado en la puerta y observando el consumo de la poca clientela que allí estaba, un mozo de Damblee, quien tampoco quiso identificarse, indicó que la decisión era acatar la disposición oficial “pero solo porque está viniendo poca gente, porque, si hubiera una fila, no cerraríamos”.

A tres cuadras de allí, en Café Murillo poco después de las 19:30 horas, permanecían ocupadas 6 de la veintena de mesas interiores y ninguna del exterior.

En La Fragua, al 4100 de la avenida Rivadavia, las tres mesas ubicadas en la vereda estaban ocupadas por pequeños grupos de clientes, aunque las mesas internas exhibían sobre ellas sus respectivas sillas, en señal de un cierre inminente.

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