El alcohol produce dependencia física y psíquica. El consumo habitual en el tiempo puede provocar daños en hígado, páncreas, estómago, corazón y cerebro.
Cuando una persona “aguanta” un gran consumo de alcohol no significa que lo controla, sino que su organismo se ha acostumbrado a él. Si un organismo se acostumbra al alcohol, la ausencia del mismo produce Síndrome de Abstinencia (sus síntomas van desde temblores, ansiedad, sudoración, náuseas, hasta pérdida de conciencia y alucinaciones, entre otros).
Los efectos del consumo en exceso producen vómitos, imposibilidad de caminar, incontinencia y pueden llevar al coma alcohólico.
Cómo reducir los efectos nocivos:
- Comé algo antes o mientras tomás alcohol.
- Intentá tomar en compañía de otra persona.
- Elegí bebidas de baja graduación alcohólica y bebé con moderación.
- Procurá tomar una única clase de bebida en cada ocasión.
Situaciones en las que se debe evitar el consumo de alcohol:
- Si tenés relaciones sexuales, considerá que el alcohol puede ayudar al deseo pero quita rendimiento sexual. Usá preservativo, cuidate de las enfermedades de transmisión sexual, del VIH-sida y la hepatitis.
- Si manejás, aumenta el riesgo de accidentes. El alcohol perturba el sentido del equilibrio y el cálculo de las distancias, disminuye el campo visual, y aumenta la fatiga y el sueño.
- Si estás embarazada. Las lesiones que puede sufrir el bebé son muy graves.
- Si tomás medicamentos, tenés asma, diabetes, hepatitis, cardiopatías u otras enfermedades.
Sí considerás que un amigo o familiar no puede manejar su relación con el alcohol, aconsejale que vea a un profesional.
Podés llamar a: Servicio de Ayuda en Drogas y Alcohol (SADA) 4861-5586. Horario: lunes a viernes de 8 a 20 horas.