l Bar Notable Nostalgia, cerró definitivamente sus puertas, obligado por la crisis económica que dejó la pandemia del coronavirus.

Hace poco menos de un mes, sus dueños decidieron cerrar el mítico bar  de Recoleta, poseedor de una historia familiar, que por la crisis de la pandemia, se vio afectada económicamente.

Nostalgia, se emplazaba en una de las cinco esquinas que conforman el intrincado cruce de las calles Soler, Honduras, Mario Bravo y la avenida Coronel Díaz. Allí estuvo abierto durante 34 años.

Una vecina del lugar, en redes sociales se lamentaba de lo ocurrido, diciendo: “Acabo de pasar porque vivo cerca y me llevé la triste noticia de que cerró para siempre. Cuánto se nos llevó la pandemia”.

En tanto, Florencia, que lleva casi toda su vida entre esas paredes, una de las dueñas del bar notable, señaló que “Fue todo para nosotros. Era el lugar de referencia para mucha gente sola que en Nostalgia se sentía acompañada”.

Según consigna el diario La Nación, Florencia Robles, de 39 años, recuerda que la primera vez que entró al bar, apenas tenía 10 años. Y recuerda que hasta febrero quien se encargaba del bar era su hermano mayor, Fernando, que falleció hace unos meses.

“Es un doble duelo para nosotros”, dice Florencia, afligida por la muerte de su hermano Fernando, quien lo recuerda muy estresado los últimos días.

No obstante, como casi todo en el sector gastronómico, Nostalgia también sufrió los embates de la pandemia del coronavirus. Florencia recuerda que con una promoción de $250 por platos tradicionales “Nostalgia logró recuperar muchos clientes” durante parte de 2020, momentos en que en la Ciudad de Buenos Aires, regía una cuarentena estricta. Tal como lo hicieron muchos locales de comida.

“Mi hermano pudo sostener así el bar, pero las deudas siguieron acumulándose. La repentina muerte de Fernando fue un shock para todos”, cuenta Florencia.

Y agregó que “no tuvimos más opción. Después de un intento frustrado de reabrir, nos dimos cuenta de que no podíamos afrontar la deuda y decidimos con mi otro hermano, Esteban, cerrar esta parte de nuestra historia”.

En noviembre de 1992, María Beatriz de Robles adquirió el café tras quedar viuda y lo volvió un negocio familiar que, tras su muerte, heredaron sus tres hijos.

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